El escritor Andrés Neuman construyó microrrelatos con estudiantes de la Preparatoria 18

Como parte de Ecos de la FIL, el argentino se dijo emocionado por hablar sobre literatura con jóvenes

“La micronarrativa es una variante hiperbreve del cuento. Te obliga a sintetizar lo que quieres decir y a tachar mucho. Parece simple pero no lo es. Uno cree que el trabajo del escritor es llenar una página pero en realidad es vaciarla”, compartió el escritor argentino Andrés Neuman con bachilleres de la Preparatoria 18, con quienes realizó un ejercicio de interpretación de microrrelatos.

“Cuanto más y mejor leas, más difícil será que te engañen. La diferencia entre una adivinanza y la literatura es que esta última puede tener muchas respuestas”, dijo el autor al compartir -sin leer- dos microrrelatos: “La felicidad” y “Las cosas que no hacemos”, texto breve publicado en Hacerse el muerto, así como el poema “Palabras a una hija que no tengo”.

“Un cuento puede ser como una canción, mientras lo repites lo vas aprendiendo. En mi caso, al leerlo dos o tres veces lo aprendo y creo que es más valioso recitarlo que leerlo porque permite una interacción más personal”, añadió.

En el marco de Ecos de la FIL, el escritor nacido en 1977 mencionó que gran parte de su trabajo consiste en tachar más o menos dos líneas por página antes de enviar la obra a imprimir, con la idea de que siempre se pudo haber dicho con menos palabras.

“La vida consiste en imaginar otra vida que generalmente es mejor. A los diez u once años yo quería ser futbolista pero fui escritor, al parecer un premio de consolación porque toda mi familia se dedicaba a la música. Por eso creo que se reconoce a un escritor, no tanto por lo que le guste escribir, sino por lo que le gusta corregir”, dijo Neuman.

Como un homenaje a su abuela Dorita, quien hoy tiene 90 años y ha sido su lectora durante toda la vida, habló sobre sus primeros cuentos de terror, de violencia y asesinatos: “Asustaba mi madre al grado de llevarme al psicólogo, mientras que a mi abuela le encantaban esas barbaridades sangrientas. Lo que leemos o imaginamos es nuestra segunda vida. Escribir nos permite imaginar esos matices que nuestra vida no tiene. El deseo es lo que queremos que pase y la ficción trabaja con todos esos planos”.

Contó que cuando comenzó a escribir lo hizo en una máquina marca Olivetti; tardaba una hora y media en cada página pero no significaba que era tiempo perdido, ya que le permitía ir construyendo al personaje.

“Un personaje hay que cuidarlo y construirlo como si fuese una persona real. El parto del personaje no se produce físicamente pero tiene particularidades. Cuando preparo una novela, voy tomando nota de cada personaje como un detective que persigue a esa persona que no existe pero que podría existir. Tomo nota de sus hábitos y secretos, de las mentiras, de sus zonas oscuras, de lo que los demás no saben de ellos. Y voy cambiando mi opinión sobre ellos hasta encontrar su lado bueno y malo en cada uno. De lo contrario, el personaje se transforma en un símbolo vacío”.

Otra parte interesante de ellos es la voz, mencionó Neuman: “Creemos que sólo importa el argumento pero es necesario responder cómo habla el niño o qué lee la madre. Por ello no consiste solamente en saber qué pasará con ellos. Hay una gran preparación del personaje, no sólo es cosa de decir ‘tengo una buena historia’”.

Neuman se dijo emocionado, por que es uno de sus primeros encuentros con jóvenes, al aire libre, junto a un árbol y a la sombra y continúo hablando sobre el proceso “arquitectónico” para escribir sus obras. Entre las más reconocidas en México se encuentran Cómo viajar sin ver, Barbarísmo, Hablar sólos y Vendeval de bolsillo.

Boletín Informativo No.: 
322
Wendy Aceves
Jueves 04 de Diciembre de 2014
Guadalajara, Jalisco
Fotografía: 
Jonatan Orozco